Una científica de la UNC es la primera mujer en presidir la Academia Nacional de Ciencias
Una científica de la UNC es la primera mujer en presidir la Academia Nacional de Ciencias
Hubo que esperar 150 años para que la institución creada por Domingo Sarmiento para fomentar la exploración del país y el desarrollo de su ciencia, tuviera en su conducción a una mujer. Se trata de Beatriz Caputto, profesora Emérita de la UNC e investigadora Superior de Conicet, con una extensa trayectoria científica. (20.05.2020)
El pasado 13 de mayo, la Academia Nacional de Ciencias realizó la votación para renovar las autoridades que conducirán la institución durante el período 2020-2024. La nota distintiva de esa ceremonia es que, por primera vez en sus 150 años de historia, será presidida por una mujer: Beatriz Caputto, profesora Emérita de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora Superior del Conicet.
Con más de 80 trabajos publicados en revistas de difusión internacional, Caputto es miembro del cuerpo de editores de la revista Journal of Neurosciences Research y del Consejo Asesor de la Fundación para el Progreso de la Medicina de Córdoba.
Fue presidenta de la Sociedad de Biología de Córdoba, presidenta de la Sociedad Argentina de Neuroquímica y presidenta de la Sociedad Argentina de Investigaciones en Bioquímica y Biología Molecular.
¿Cómo vive el hecho de ser la primera mujer designada presidenta de la Academia Nacional de Ciencias?
Realmente me siento muy honrada, pero también es una enorme responsabilidad. En este caso, por ser la primera mujer, yo sé que muchos ojos van a estar mirando qué hace la Academia Nacional de Ciencias, pero confío en que vamos a tener una gestión exitosa fundamentalmente porque la comisión directiva está conformada por gente excepcional a nivel humano, y como científicos y personas destacadas en su especialidad.
Nunca pensé que íbamos a asumir en un momento como este, pero creo que vamos a poder hacer cosas. Soy una persona muy optimista en general y le vamos a poner todo el entusiasmo y el esfuerzo que haga falta.
¿Qué impronta le gustaría darle a su gestión?
Me gustaría incentivar los workshops y talleres que se brindan en la Academia, poder hacer que los científicos sientan que las instalaciones de la Academia son su lugar. Para eso necesitamos fondos porque tenemos que ayudar a los investigadores a traer invitados o facilitarles la infraestructura de organización de congresos, que requieren financiamiento. En la gestión anterior veníamos trabajando en este sentido con Juan Tirao, el presidente saliente, y hemos instituido la figura del miembro benefactor, personas físicas o jurídicas que tienen interés en el desarrollo de la ciencia y que puedan contribuir económicamente para poder iniciar proyectos.
¿Existen algunas iniciativas que se estén llevando a cabo con Academias de otros lugares del mundo, en este contexto de pandemia?
La Academia no tiene dentro de sus ciencias a la medicina, por lo cual no tenemos naturalmente científicos que sean de consulta directa en esta pandemia. Sin embargo tenemos académicos que son investigadores básicos del área de las biociencias, que están realizando muchas tareas de apoyo en la pandemia. Por ejemplo, en la UNC algunos de nuestros académicos están coordinando las tareas para realizar los testeos de las muestras de los pacientes y de esa manera ayudar a incrementar la capacidad del Laboratorio Central de la Provincia. Además hay varios proyectos de académicos nuestros que resultaron seleccionados para el subsidio del Ministerio de Ciencia de la Nación, específicamente para trabajar temas y soluciones innovadoras relacionadas a la COVID-19. Estamos trabajando con la Academia de Ciencias Médicas y con Academias internacionales que sí comprenden a la medicina como una disciplina. Somos miembros y sede de IANAS, una red de academias de ciencias de todas las Américas, desde Canadá hacia el sur, y hemos estado involucrados en todo lo que es discutir políticas y distribuir información útil.
¿Cómo evalúa el vínculo que la Academia tiene con la UNC?
Desde la creación de la Academia, los vínculos son permanentes. La mayoría de los académicos somos científicos de la UNC.
En el momento de su fundación, en 1869, la Academia estaba ligada a la Universidad pero unos años más tarde se separan para poder cumplir más acabadamente sus propios fines: la Academia investigar, registrar, publicar; y la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, formar recursos humanos para los distintos niveles del sistema educativo y dirigir los museos, laboratorios y gabinetes afectados a la realización de ejercitación práctica de los alumnos.
A partir de 1955 parte del objetivo central de la Academia fue trasladado a otras dependencias del Estado como el Conicet, el Inta y la Conae.
Hoy en día, la Academia Nacional de Ciencias ya no hace investigación, sino que contribuye sobre todo a la alfabetización en ciencias de diversos sectores de la sociedad y mantiene vínculos con distintas Academias e instituciones de nivel mundial.
Loa vínculos son fluidos, para los científicos es habitual alternar el trabajo diario del laboratorio, la participación en comisiones directivas de sociedades científicas, la organización de congresos nacionales e internacionales, mesas de evaluación de agencias regionalesy nacionales, y otros aspectos del quehacer de docenciae investigación en los que sentimos que podemos contribuir.
¿Qué rol tiene el pensamiento científico en su forma de vivir y ver el mundo?
A los científicos nuestra naturaleza nos obliga permanentemente a cuestionarnos todo y no termina eso en el laboratorio, eso lo lleva uno a donde esté, así que lógicamente ese cuestionamiento se traslada a la vida diaria. Dicho así muy cortito: lo que no se puede demostrar siempre lo dejamos en duda, siempre nos queda una duda cuando no hay una forma de probar algo.
Su infancia en el exterior y el anhelo de curar el cáncer
Beatriz Caputto creció en un ambiente familiar donde la ciencia ocupaba un lugar destacado. Su padre, el químico Ranwel Caputto, trabajó en el equipo del Dr. Luis Federico Leloir cuando este avanzaba en los experimentos que iban a escribir una época de gloria de la bioquímica argentina: los estudios que le valieron el Premio Nobel.
Por exigencias de la carrera científica de su padre, Beatriz cursó la primaria y los dos primeros años del secundario en Oklahoma City, en Estados Unidos. A los 14 años regresó al país con su familia y asistió a la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano de la UNC, aunque no sabía leer ni escribir en español, cosa que aprendería en el transcurso de ese primer tiempo y con el apuntalamiento de su madre.
Ingresó a estudiar la Licenciatura en Química Farmacéutica, en la UNC, cuando su padre era director del entonces Instituto –que luego se convertiría en Facultad– y había fundado una activa área de investigación en Química Biológica.
Sobre los inicios de su doctorado, recuerda que, como todos sus compañeros, “soñaba ingenuamente con curar el cáncer”. “Fue una gran decepción cuando me dijeron que en el Departamento ningún grupo estudiaba cáncer”, rememora Caputto.
No obstante, realizó su doctorado, luego lideró su propio grupo y obtuvo las primeras evidencias, en ratones, que al bloquear la proteína c-Fos es posible frenar el desarrollo y progreso del cáncer de cerebro.
“Es decir, los tumores no crecen, o crecen poco, si carecen de c-Fos. Consecuentemente, nos hemos dedicado a conocer con precisión esta función de c-Fos, lo que es fundamental no solo para poder interpretar procesos básicos de la fisiología celular, sino para –en un futuro–, poder intervenir racionalmente en el control de los procesos de crecimiento celular exacerbado que ocurren durante la transformación oncogénica en humanos”, explica la científica.