Comer por depresión o estrés de manera recurrente podría facilitar el desarrollo de síntomas de adicción a los alimentos
Comer por depresión o estrés de manera recurrente podría facilitar el desarrollo de síntomas de adicción a los alimentos
El dato surge de una encuesta realizada a 499 jóvenes, de 25 años de edad en promedio, que cursan estudios universitarios. El relevamiento detectó que quienes tenían mayores niveles de estrés y depresión tendían a consumir alimentos ultraprocesados e hipersabrosos para afrontar esta emocionalidad negativa y olvidarse de las preocupaciones. Esas malas conductas alimentarias se vuelven perjudiciales cuando se sostienen en el tiempo y se transforman en un patrón de conducta. La adicción a los alimentos es un factor de riesgo poco estudiado para la obesidad y el sobrepeso. [09.03.2023]
Generalmente se asocia el sobrepeso y la obesidad a un consumo excesivo de comida. Sin embargo, es posible que detrás de esa conducta exista una adicción a los alimentos.
Los estados emocionales negativos –como el estrés y la depresión– son algunos de los factores que pueden desencadenar esa adicción, según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), que analizó estos mecanismos en estudiantes de nivel universitario.
Jóvenes que atraviesan situaciones de estrés o depresión porque les fue mal en un examen, o porque no se adaptan a su nueva vida universitaria, corren el riesgo de experimentar alteraciones de sus conductas alimentarias como respuesta a esas emociones negativas: comer para olvidarse de las preocupaciones y sentirse mejor.
“Algunas personas utilizan los alimentos como automedicación. Ingieren estos productos ultraprocesados, hipersabrosos y con alto contenido energético como una forma de disminuir el malestar emocional que están atravesando”, explica Macarena Fernández, investigadora del Instituto de Investigaciones Psicológicas (Iipsi) dependiente de UNC y Conicet, y primera autora del trabajo.
Ejemplos de alimentos ultraprocesados son chocolates, golosinas, galletitas, helados, snacks, gaseosas y comidas rápidas, como pizzas, lomitos y hamburguesas.
A través de una encuesta a 499 jóvenes de 25 años de promedio de edad, detectaron una asociación entre estados emocionales negativos con los síntomas de la adicción a los alimentos.
“Encontramos que quienes tenían mayores niveles de estrés y depresión tendían a consumir alimentos ultraprocesados para afrontar esta emocionalidad negativa. Ese mecanismo sostenido en el tiempo es lo que podría facilitar el desarrollo de síntomas de adicción a los alimentos”, asegura Fernández.
El trabajo fue publicado en la revista International Journal of Mental Health and Addiction. Otras personas que realizaron el estudio son Angelina Pilatti (Iipsi) y Ricardo Pautassi, del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra.
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